Parroquia Nuestra Señora de Los Llanos El Algar

Unción de enfermos

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La Iglesia cree y confiesa que, entre los siete sacramentos, existe uno destinado especialmente a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: la Unción de los enfermos. Este sacramento es instituido por el mismo Cristo y atestiguado por Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor» (St 5, 14-15). (cf. CCE 1511; CCE 315).
Jesucristo resucitado se acerca en este sacramento por el ministerio de la Iglesia al que padece enfermedad: lo fortalece con la gracia del Espíritu Santo, le perdona sus pecados, lo sana si la Providencia Divina así lo dispone y siempre lo conforta en la enfermedad y en la debilidad de su vejez.
El cuidado pastoral de los enfermos no se sitúa solamente, pues, en el contexto de la muerte, sino también en la perspectiva de la vida: «Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve, incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo; y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios» (LG 11; cf. CCE 1499).


La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. El sacramento de la Unción confiere una gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo, por su bien y el de toda la Iglesia. Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de la salud física. En todo caso, esta Unción prepara al enfermo para pasar a la Casa del Padre (cf. CCE 1520, 1532; CCCE 319).
La Iglesia, además del sacramento de la Unción de los enfermos, ofrece la Eucaristía como viático a quienes van a dejar esta vida. La Comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo, recibida en este momento del paso hacia el Padre, tiene una significación y una importancia particulares. Es semilla de vida eterna y poder de resurrección, según las palabras del Señor: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día» (Jn 6, 54). (cf. CCE 1524; CCCE 320).

1. Tanto en la catequesis de la comunidad como en la familiar, los fieles deben ser instruidos adecuadamente sobre el sentido y naturaleza de este sacramento, en el que la Iglesia ora por sus miembros enfermos y les unge, encomendándolos al Señor, doliente y glorioso, para que los alivie.

2. La Santa Unción debe ser conferida con todo cuidado y diligencia a los fieles que, por enfermedad o avanzada edad, vean en grave peligro su vida. Para juzgar de la gravedad de la enfermedad es suficiente un dictamen prudente y probable de la misma, sin ninguna clase de rigorismo. En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístresele este sacramento (CIC 1005).

3. El sacramento puede celebrarse de nuevo en el caso de que la persona enferma o de avanzada edad, tras haber convalecido o mejorado, se encontrase de nuevo en peor estado de salud (CIC 1004).

4. La Santa Unción puede darse a quienes van a ser intervenidos quirúrgicamente como consecuencia de una dolencia importante.

5. Las personas de edad avanzada, cuyas fuerzas se van debilitando seriamente, pueden recibir la Santa Unción, aunque no padezcan ninguna enfermedad grave.

6. La Santa Unción puede darse también a aquellos enfermos que, aun habiendo perdido el uso de los sentidos y el conocimiento, se presume que, si tuvieran lucidez pedirían, como creyentes que son, dicho sacramento. Si se duda de la certeza de la muerte, puede administrarse el sacramento (CIC 1005). En todo caso, no deberá faltar una oración, dirigida por el sacerdote, pidiendo a Dios que perdone los pecados de quien acaba de fallecer. Dios es siempre misericordioso, y la Iglesia, a quien representa también en ese momento el ministro, es portadora de la salvación en Cristo (CIC 1006).

7. La celebración comunitaria de este sacramento, con los enfermos y ancianos, en fechas señaladas y en los tiempos litúrgicos oportunos, suscitará entre los fieles el aprecio y valoración de este sacramento (CIC 1002). Aunque durante todo el año la comunidad cristiana debe tener particular preocupación por sus miembros enfermos, el tiempo pascual es muy oportuno para preparar una celebración comunitaria colectiva de la Santa Unción, en la que los ancianos y enfermos, que no pudieran participar de las celebraciones pascuales, puedan vivir el Misterio Pascual entre la comunidad de los sanos, celebrando la muerte y la Resurrección del Señor.

8. Los sacerdotes con cura de almas deben visitar con diligencia a las familias que sufren, participando de modo particular en las preocupaciones, angustias y dolores de los fieles, ayudando con generosa caridad a los enfermos y fortaleciéndolos solícitamente con la administración de los sacramentos (CIC 529 § 1).

9. La pastoral en torno al sacramento de la Unción de Enfermos debe estar también orientada a suscitar equipos que, como inmediatos colaboradores de los pastores, consuelen y ayuden a los enfermos, instruyéndoles sobre la significación de cada uno de los sacramentos de los enfermos y sobre su celebración litúrgica.

10. La Delegación Diocesana de Pastoral Sanitaria establecerá cauces de información y coordinación entre los capellanes de Centros Hospitalarios y las Parroquias, de manera que el Centro Sanitario sea una prolongación de la Parroquia de donde procede el enfermo y adonde habrá de retornar de nuevo.

11. Puesto que las personas mueren cada vez en mayor número dentro de las instituciones sanitarias y lejos de sus comunidades naturales, los capellanes de estos Centros Hospitalarios prestarán un gran servicio Pastoral con su esfuerzo por rodear los últimos momentos de la vida humana, así como el acompañamiento espiritual de la familia, en un clima de caridad pastoral y de invitación a la esperanza cristiana.

12. Los capellanes de los hospitales y centros sanitarios han de comunicar a las respectivas parroquias de los enfermos los sacramentos que han administrado.

En caso de que quieras más información o tengas dudas contacta con nuestro párroco (email, teléfono o en horario de despacho).

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